¡¡¡¡¡Ya, de por Dios!!!!!

Sí, ya dejen eso por favor. La gente está harta. El país está estancado por completo. La campaña electoral presente, es como un lloviznar permanente y molestoso sobre las cabezas de los dominicanos.
Por otra parte, los bullicios que caracterizan la misma ensordecen, tal sonido musical desafinado; y además, atolondran sobremanera a muchas personas, durante sus quehaceres cotidianos.
Toda esa mezcla de falsas promesas, retóricas en abundancia, acusaciones y contra acusaciones, spots publicitarios y cuñas mercadológicas, demagogias a granel, como el lambonismo que se respira, luce para estos días como un sancocho sin sazón, sólo con olor a la búsqueda de votos simpatizantes adicionales, algo que no se va a lograr a estas alturas; ya que, aquí todo ciudadano no abstencionista, tiene clara su preferencia electiva – sabe por quien va a sufragar -. También, tiene un penetrante aroma al arribismo y transfuguismo acostumbrados.
Esa amplitud del gran despilfarro de recursos económicos que se habrá de verificar en este último tramo de la actual fervorosa campaña proselitista, dejaría de serlo – derroche -, y mejor uso reportaría, si es utilizada por los candidatos políticos y sus partidos en la satisfacción de una parte de las necesidades de corte social apremiantes que en los actuales momentos vienen sufriendo las grandes mayorías nacionales; verbigracia, falta de medicamentos esenciales en los centros públicos de salud, utensilios hospitalarios requeridos, alimentos básicos de la canasta familiar, etc.
Al nivel del fanatismo político, desaprensiones y forcejeos que se observan entre todos aquellos que quieren llegar al poder, y los que anhelan quedarse, lo que más puede resultar, de continuar las cosas como se prevén, son las provocaciones extremas, que siempre conducen por lo regular, a sucesos lamentables entre congéneres hermanos de una misma nación, sólo por apetencias personales y grupales.
Estamos actuando, como si el país se fuera a dividir en dos o tres partes, a partir del próximo 20 de mayo, ¡lo cual no es verdad! Aquí seguiremos conviviendo todos; sufriendo los mismos problemas y las vicisitudes presentes: apagones, falta de agua potable, desorden en el tránsito, inseguridad ciudadana, combate al narcotráfico, escaseces de géneros diversos, etc., problemáticas que no las va a resolver un simple cambio de mando estatal, ya que requieren del concurso y aportes oportunos de la sociedad en general.
Dejémonos entonces, de tanta politiquería, fanatismos, como de avaricias, y pensemos en el país, para que no se siga cayendo a pedazos; para que después del proceso electoral, gane quien gane, las cosas no se tornen peores para la nación, con efectos de repercusión lesiva, no solamente a nivel de la clase política que le toque gobernar, y de sus patrocinadores, sino de todo el pueblo dominicano.
¡No solamente es con la política – comercializada -, que vamos a salir a camino, reflexionemos!